lunes, 27 de junio de 2011

Memorias de una pulga...1er Cap.

NOVELAS EROTICAS
NACÍ, PERO COMO NO SABRÍA DECIR COMO, cuándo o dónde, y por lo tanto debo permitirle al lector que acepte esta afirmacn mía y que la crea si bien le parece. Otra cosa es asimismo cierta: el hecho de mi nacimiento no es ni siquiera un átomo menos cierto que la veracidad de estas memorias, y si el estudiante inteligente que profundice en estas páginas se pregunta cómo sucedió que en el transcurso de mi paso por la vida —o tal vez hubiera debido decir mi brinco por ella— estuve dotada de inteligencia, dotes de observacn y poderes retentivos de memoria que me permitieron conservar el recuerdo de los maravillosos hechos y descubrimientos que voy a relatar, únicamente podré contestarle que hay inteligencias insospechadas por el vulgo, y leyes naturales cuya existencia no ha podido ser descubierta todavía por los más avanzados científicos del mundo. 
Oí decir en alguna parte que mi destino era pasarme la vida chupando sangre. En modo alguno soy el más insignificante de los seres que pertenecen a esta fraternidad universal, y si llevo una existencia precaria en los cuerpos de aquellos con quienes entro en contacto, mi propia experiencia demuestra que lo hago de una manera notablemente peculiar, ya que hago una advertencia de mi ocupación que raramente ofrecen otros seres de otros grados en mi misma profesn...



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Memorias de una Pulga, Novela Erótica.

Extracto de Memorias de una pulga, novela erótica del siglo XIX..
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..Curiosa por saber el desarrollo de una aventura en la que ya estaba verdaderamente interesada, al propio tiempo que por la suerte de la gentil y amable Bella, me sen obligada a permanecer junto a ella, y por lo tanto tuve buen cuidado de no molestarla con mis tenciones, no  fuera a  despertar su  resistencia y  a  desencadenar un  ataque  a destiempo, en un momento en el que para el buen éxito de mis propósitos necesitaba estar en el propio campo de operaciones de la joven.
No trataré de describiros el mal rato que pasó mi joven protegida en el intervalo transcurrido desde el momento en que se produjo el enojoso descubrimiento del padre confesor y la hora señalada por éste para visitarle en la   sacristía, con el fin de decidir sobre  el sino de la infortunada Bella.
Con paso incierto y la mirada fija en el suelo, la asustada muchacha se presentó ante la puerta de aquélla y llamó.
La puerta se abrió y apareció el padre en el umbral.
A un signo del sacerdote Bella entró, permaneciendo de pie frente a la imponente figura del santo varón.
Siguió un embarazoso silencio que se prolongó por  algunos segundos. El padre Ambrosio lo rompió al fin para decir:
Has hecho bien en acudir tan puntualmente, hija mía. La estricta obediencia del penitente es el primer signo espiritual que conduce al perdón divino.